Monday, December 12, 2005

Expectativas democráticas y decepción distributiva...

Foto: Sebastián Troncoso
Considerando los niveles de crecimiento alcanzados por Chile después del retorno a la democracia, y el mayor desarrollo de las capacidades productivas del país, surge el cuestionamiento acerca de cuál es el momento para alcanzar el desarrollo definitivo y dejar de ser una nación subdesarrollada.
Como explica Oswaldo Sunkel, actualmente América Latina enfrenta dos problemas o dilemas esenciales: uno, continuar el proceso de desarrollo y profundización democrática, y dos, la necesidad de dar respuesta satisfactoria a los efectos sociales generados por las políticas de ajuste generadas durante las dictaduras militares. En base a esto, surge una preocupación renovada por el desarrollo y la forma de alcanzarlo. La necesidad de unir y complementar democracia, crecimiento económico y equidad.
¿Cómo debe ser una nueva estrategia de desarrollo definitivo para Chile, que a la vez sea equitativa en la sociedad y que desarrolle aún más la democracia?
El problema del desarrollo, entendido éste como la optimización del uso de los recursos y el desarrollo de infraestructuras productivas eficientes, sumado a una mejor distribución de las ganancias, fue olvidado a partir de los 70`, cuando “la preocupación fundamental pasó a ser entonces la estabilidad y la eficiencia”, según Sunkel.
El problema actual de Latinoamérica radica esencialmente en la necesidad de poner fin a la contradicción entre las aspiraciones ciudadanas que se expresan en las crecientes demandas democráticas y las restricciones que el marco económico genera en diversos sectores sociales, según Sunkel.
Una nueva estrategia de desarrollo, en palabras de Sunkel, desde dentro, no sólo debe considerar el aspecto tecnológico y económico, para el mayor aprovechamiento de los recursos, sino también el aspecto sociopolítico, en el cual se fomente la integración de los menos favorecidos al proceso de desarrollo, junto con dar la importancia suficiente a la cooperación entre los países latinoamericanos. Entonces se hace necesario plantear en que forma se debe coordinar la acción colectiva -como ejercicio y expresión democrática- en relación a las políticas públicas que permitan cambios estructurales y de organización social, para acceder a este avance, con la idea de superar la contradicción entre expectativas sociales relativas a la democracia, y las relacionadas con el crecimiento y las estructuras económicas.
Es decir, cómo generar un proyecto de desarrollo que compatibilice el desarrollo del ejercicio democrático con el crecimiento económico, generando un mayor desarrollo equitativo.
La acción colectiva es un agente esencial para un proyecto de desarrollo. El ejercicio democrático como elemento de negociación, pero más importante aún, de cooperación.
Lo que ocurre hoy día es que se ha producido la problemática generada a partir del desarrollo de mayores libertades democráticas, que se colocan en contradicción con la mala distribución de la riqueza, a pesar del alto crecimiento económico del país.
Mientras no cambien las estructuras relacionadas con la distribución de la riqueza y los beneficios generados del crecimiento económico, sobre todo en tres áreas: políticas de gasto social, programas de empleo de emergencia y políticas hacia el sector informal –pequeñas y medianas empresas- a la vez que se apliquen reajustes expansivos en lo económico, será muy difícil lograr un desarrollo autosostenido y equitativo. La contradicción entre demandas democráticas y marco económico poco equitativo debilitarán el juego democrático y el desarrollo creciente del proceso productivo.
J.G.A
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